viernes, 4 de noviembre de 2011

RESEÑA HISTÓRICA

MISIONERAS CONCEPCIONISTAS
 DE CRISTO SACERDOTE
Reseña histórica

En 1484 surge, por la gracia de Dios, una nueva familia religiosa en la Iglesia católica, concretamente en España, llamada Orden de la Inmaculada Concepción. Beatriz de Silva, mujer de origen portugués, fue la santa escogida por Dios como fundadora de la nueva congregación, que el vulgo denomina espontáneamente Las Concepcionistas. Fue Santa Beatriz una mujer de continua oración, acendrada virtud y perpetua clausura; éste fue el legado que dejó a sus fieles seguidoras, que perpetúan hasta hoy su carisma y sus ejemplos.
En la actualidad, la Orden cuenta con más de tres mil monjas totalmente comprometidas con la oración y con el trabajo para beneficio de toda la humanidad, con predilección especial por la persona de los sacerdotes.
En Colombia la orden cuenta con veintidós monasterios, uno de los cuales fue la cuna y la escuela de espiritualidad de esta servidora.

En efecto, cuando acababa de cumplir los dieciséis años, ingresé al Monasterio de Concepcionistas Franciscanas de Jardín (Antioquia), religiosas íntegramente contemplativas, que viven en clausura Papal. Allí me formé humana, sicológica y espiritual, durante veinte años; sin duda alguna, en este monasterio me gestaron para Dios.

Fueron veinte años de profunda oración, de fe sólida y de gozosa alegría en la entrega. Nuestra gran misión, es ganar alma para Dios, desde el silencio, la oración, la soledad, el sacrificio y la vivencia de las virtudes, a imitación de María Inmaculada. Nuestras almas preferidas son los sacerdotes.

Esta espiritualidad se encarnó en mí, como la sangre que corre por mis venas. Movida por este amor a las almas sacerdotales, hace diecisiete años, concebía la idea o posibilidad de prestar otros servicios a los sacerdotes ancianos, enfermos y necesitados, bajo la misma espiritualidad de las Concepcionistas pero sin la clausura. Pensamiento que fui tejiendo segundo a segundo ante el Señor.

Fueron años de dudas, confusiones, miedos, inseguridades, expectativas y esperanzas. Mi poca edad y mi escasa experiencia religiosa hacían este sueño casi imposible.  Pero Dios tenía su momento y, después de veinte años de claustro y oración, me decidí a comunicar el proyecto con la seguridad de que era de Dios y para Dios.

Comencé un proceso de discernimiento con mis superiores (Director espiritual, Superiora local, Superiora general, Obispo diocesano, comunidad de base, Concejo Federal, Asistente Franciscano, y Sede Apostólica), para fundar una nueva Congregación Religiosa, salida de la Orden de la Inmaculada Concepción, como una ramificación de la misma, con su espiritualidad mariana, pero en un apostolado más activo: Irradiar el rostro materno de Dios, como lo hizo María, en el sacerdote anciano, enfermo y necesitado.

Ha sido un proceso largo, gradual y lentamente madurado; cuento con el apoyo espiritual y moral, pero necesito recursos económicos y técnicos para una obra de tal envergadura.

Hace cuatro meses inicié en compañía de otras hermanas, que están en formación inicial, la Congregación, con aprobación diocesana.
Con el nombre de Misioneras Concepcionistas de Cristo Sacerdote. En el municipio de Valparaíso (Antioquia).

En esta primera etapa nuestra meta general es: consolidarnos como comunidad en los elementos mínimos fundamentales, que son:

a)     Formación personal y comunitaria.

b)    Capacitación competente para el apostolado.

c)     Espacio físico adecuado para las Hermanas y para los sacerdotes confiados a ellas.

Estoy convencida de que, sola, no solo me será difícil sino sencillamente imposible llevar a cabo esta obra, tal como la concebimos; necesito de corazones abiertos y de manos generosas que se entusiasmen por el Reino de Dios en medio de sacerdotes ancianos, enfermos y necesitados quienes, después de habernos dado todo, llegan a carecer hasta de lo mínimo indispensable,
para afrontar su etapa final.

He puesto mi confianza en el Señor, Cristo Sacerdote y en su Madre Santísima, para que todos juntos construyamos una escuela y una atmósfera de amor, tolerancia, respeto y santidad en torno a quienes le han servido con tanta entrega y desinterés, los Sacerdotes.

! Que todo sea para la mayor gloria de Dios!


HERMANA LILIANA MARTINEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario